Posiblemente, si nuestro seleccionador o alguno de sus ayudantes presenció ayer el choque, sacaría pocas conclusiones positivas -incluso puede que en la segunda mitad echara un sueñecito-, aparte de que los pocos hombres que podía llamar y que estaban en el césped son capaces de poner mucha testiculina sobre el campo. El partido fue intenso en la primera mitad, malísimo en la segunda y bronco siempre, en el que no hubo fútbol y las jugadas fueron intermitentes, sobresaliendo dos futbolistas sobre el resto: uno es argentino y el otro juega de portero. Y sólo con esto último debió bastarle para irse contento de lo que vio.
Adán ratificó las palabras de su técnico y demostró que es uno de los mejores guardametas de la Liga. Como poco, a la altura del que tenía enfrente y que es el que habitualmente va como tercer portero con la ‘Roja’. Sólo hubo dos opciones para desequilibrar el partido, ambas hacia el lado sevillista, y si bien en la primera tuvo parte de culpa el delantero (Gameiro), que tiró al bulto, en la segunda, la culpa de que no fuera gol fue completamente del mejoreño. Mal asunto que el portero sea el mejor de tu equipo, pero si ese es uno de los dos principales pilares en los que éste se asienta, tienes que contar con ello. Adán participó de forma destacada en esas dos acciones y de forma efectiva en el resto. Es lo habitual de un guardameta llamado a hacer historia en el Betis como sólo Esnaola y Prats lo lograron en los últimos cuarenta años. Ellos no llegaron a debutar con España. Adán lo va mereciendo.
Antonio José Medina
