Hace diez días, ESTADIO Deportivo desvelaba que los contactos entre el
Betis y
Felipe Miñambres, iniciados en febrero por
Miguel Guillén y continuados un par de semanas atrás por
Fernando Casas, nuevo hombre fuerte del consejo verdiblanco, habían cristalizado en un acuerdo total. De hecho (con el condicional como forma verbal elegida a propósito), este periódico apuntaba la posibilidad de que, incluso, hubiese firmado ya un contrato por las próximas dos o tres temporadas, si bien lo que estaba confirmado es que, a 22 de abril, ya llevaba algunos días trabajando para los heliopolitanos en la sombra.
Como es lógico, habida cuenta de que el leonés tiene contrato en vigor con el
Rayo Vallecano hasta el 30 de junio de 2015, la publicación escoció en tierras madrileñas, arrancando los desmentidos. Siempre a través de terceros. Es curioso que
Miñambres no saliera al paso de la información, como tampoco lo hizo el presidente franjirrojo, Martín Presa, que se quedó a gusto a finales de enero cuando
Leo Baptistao y el
Atlético de Madrid acabaron decantándose por la alternativa sevillana. Y no se trata de una alusión baladí, porque se trata de una de las cuestiones que han provocado que el de Astorga se haya echado atrás en las últimas horas.
Porque lo publicado aquí pasó de ser rotundamente falso a convertirse en una negativa del
Rayo a rescindir el año de vinculación que resta. Finalmente,
Felipe habría descartado una oferta importante en verdiblanco, aunque la verdad es que en el
Betis sospechan que utilizó este interés para negociar al alza su renovación con los madrileños, algo que, muy posiblemente, ocurrirá próximamente. El caso es que el compromiso del maragato con los hispalenses era absoluto, aunque siempre con la condición de que llegase libre. Así lo aseguró el propio interesado a sus interlocutores, aunque, a la hora de la verdad, se encontró con la negativa de
Martín Presa. Arguyó el particular dirigente rayista que no entorpecería la marcha del ex canterano de Mareo a un club de superior categoría, pero que no consideraba al
Betis como tal. Además, el pulso invernal por
Baptistao se interpretó en la calle Payaso Fofó como un alarde de soberbia y chequera, por lo que, de querer al director deportivo vallecano, su pretendiente debería rascarse el bolsillo. Consultado por este periódico, una fuente de contrastada solvencia apuntó que, aunque la cantidad requerida por el presidente del
Rayo no superaba los seis kilos de la cláusula de rescisión de
Paco Jémez, era también desmesurada.
Por ello, se produjo aquí el primer incumplimiento ajeno a la responsabilidad heliopolitana. Lo demás, sólo excusas.
Miñambres esgrimió cierta inseguridad por la inestable tesitura societaria que se iba a encontrar, cuando, en los albores de la negociación, descartó que esto fuese un problema, ya que lleva cuatro años trabajando con similares cortapisas en la capital de
España. Exigió, como también se ha publicado, un contrato de larga duración y un blindaje relativo que le permitiese cobrar íntegramente sus emolumentos (que doblarían lo que percibe actualmente) en caso de ser despedido por otra directiva.
Nada parecía un obstáculo, ya que el
Betis le ofreció mando en plaza en su parcela. Tanto es así que el astorgano arribaría con su propio equipo de trabajo, formado por un mínimo de dos colaboradores de confianza. Estos estuvieron en varias ocasiones analizando al filial en directo en la Ciudad Deportiva Luis del Sol, aprovechando la privacidad que les concede su anonimato. Había que estudiar cuántos jugadores del B tenían sitio en el plantel del primer equipo el curso 14/15. También se siguió las evoluciones de los cedidos
Sergio Rodríguez,
Rennella,
Álex Martínez y
Ezequiel -Andersen queda libre con el descenso y Agra tiene un año más con el Braga-.
Estas gestiones iban a derivar en un informe que, a primeros de junio, llegaría a la planta noble del
Benito Villamarín, así que huelga decir que estaba trabajando para el que iba a ser su nuevo equipo. Y no quedó la cosa ahí, puesto que
Miñambres expresó su opinión acerca de posibles altas, bajas y renovaciones. En este último apartado, ESTADIO ha podido saber que el otrora atacante tinerfeñista pidió la continuidad de
Jordi Figueras y
Antonio Amaya, a quienes conoce bien por haberlos reclutado para el
Rayo. Entiende que formarían una pareja de centrales de plenas garantías para obrar el retorno por la vía rápida a Primera división, aunque no tuvo la misma suerte con su deseo de retener a
Rubén Castro, ya que en el
Betis le informaron de la intención de vender al mejor postor al grancanario, tanto para ahorrarse su sueldo como para utilizar la cantidad del traspaso en la remodelación (muy necesaria) de la plantilla.