Si en el mundo del fútbol todo puede cambiar de un día para otro, en 3.794 días, que es el tiempo comprendido entre la final de la
Copa del
Rey que enfrentó a
Betis y
Osasuna y el presente, con más motivo.
El 11 de junio de 2005 fue un día inolvidable para ambos equipos. Obviamente, la alegría desbordada recayó en el barrio vencedor, el de
Heliópolis, pero en
Pamplona también se sienten orgullosos de aquella noche en la que estuvieron más cerca que nunca de conquistar un título.
El escenario, un abarrotado Vicente Calderón, registró una entrada por encima de su aforo (55.000 espectadores), ya que los tornos no funcionaron como debieron y muchos de los aficionados que habían viajado a la capital de España sin localidades consiguieron entrar.
En el rectángulo de juego, la tensión era máxima por lo que había en juego.
Pérez Burrull mostró un total de nueve cartulinas amarillas y en el tiempo añadido expulsó con roja directa a
Pablo García por una fea entrada sobre Joaquín cuando el marcador ya reflejaba el 2-1 que a la postre sería definitivo. Abrió la lata
Oliveira, aprovechándose de una indecisión entre
Cruchaga y
Elía, pero
Osasuna consiguió empatar en los últimos minutos con un testarazo de
Aloisi. Ya en la prórroga,
Serra Ferrer introdujo a
Dani en el campo y el trianero se convirtió en el héroe del partido marcando el 2-1 con su pierna mala, la izquierda.
Todas estas escenas forman parte de un pasado que ya querrían trasladar al presente tanto verdiblancos como rojillos. No en vano, ambos equipos se verán las caras este domingo en un contexto totalmente diferente, que no es otro que el de la
Segunda división. Del
cielo al
suelo en poco más de nueve años.
En el
Betis no hay ningún ´superviviente´, si bien
Juanito,
Arzu,
Cañas y
Capi tienen distintos cargos en la entidad. Por el contrario, en el cuadro rojillo sí hay actualmente un jugador que formaba parte de la plantilla que disputó aquella final,
Miguel Flaño, aunque el hoy capitán de
Osasuna no jugó ni un minuto.