Entre los numerosos tópicos que encierra el mundo del fútbol, hay pocos tan clásicos como el veraniego
"Lo quiere ver el entrenador en la pretemporada". Da igual a quién se refiera la pregunta. Cuando un club emprende un relevo en su banquillo, automáticamente desaparecen los llamados ‘descartes’ y todos los jugadores en nómina se ven con opciones.
Los que apenas habían tenido protagonismo con el anterior entrenador y ya tenían decidido buscar un cambio de aires, ahora pisan el freno y esperan acontecimientos; y los jugadores con contrato en vigor que hace un año se vieron obligados a hacer la maleta vuelven a verse con opciones de quedarse.
Y ni más ni menos que esto sucede en el B
etis de Joan Francesc Ferrer, hasta ahora la única cara nueva para la temporada 2019/2020.
A día de hoy, Rubi, que será presentado el martes, tiene a 22 futbolistas con contrato, a varios canteranos llamando con fuerza a la puerta del primer equipo y a ocho jugadores que regresan de sus respectivas cesiones. Todos, con la firme intención de convencer al de Vilassar de Mar de que tienen sitio en su plantilla.
El ejemplo más claro de todos ellos es el de
Víctor Camarasa, elegido como una de las revelaciones de la Premier League y el mejor activo del Cardiff City este curso. En el futuro más inmediato de Camarasa -que está tasado por encima de los 20 millones de euros- no sólo influye el cambio en el banquillo. También el segundo de los factores que tienen que ver en que muchos jugadores verdiblancos busquen una segunda oportunidad este verano: la 'Operación Salida'.
Y es que, con el
Tottenham y otros grandes clubes de Europa siguiendo a
Lo Celso y con el Atlético de Madrid amenazando con pagar los 40 kilos de la cláusula de rescisión de
Canales, quién le dice a
Camarasa que no puede ser el líder del centro del campo bético el próximo curso.
Muchísimo más improbable resulta a priori que se queden en la plantilla otros jugadores a préstamo como
Alin Tosca (Paok), Darko Brasanac (Alavés), Álex Alegría (Sporting), Juanjo Narváez (Almería) o Julio Gracia (Cartagena); pero, por ejemplo,
sí les puede ocurrir a Inui o Ruibal.Un caso similar al de ellos dos es el de
Sergio León, ignorado por Setién y al que el Espanyol de Rubi tenía atado en el mercado invernal. Tanto es así, que después de marcar en la prórroga para eliminar a los pericos en los cuartos de final de la Copa del Rey, el delantero cordobés se fue del campo entre lágrimas y besos a una camiseta que pensó que sería la última vez que vestía.
El Betis le pidió que se quedase para poder dar salida a Tonny Sanabria y aceptó; pero su difícil situación desde entonces hizo que decidiese su marcha antes de saber quién entrenaría al equipo de las trece barras y ahora se antoja complicado que cambie de opinión (se comprometió con el
Levante), sabiendo que reforzar el ataque es la gran prioridad de la entidad en la planificación de este verano.
En resumen, que bien se le podría dar la vuelta al tópico y apostillar que ‘todos quieren ser vistos por el entrenador’. Llega la época de las segundas oportunidades.