Aunque algunos se muestran muy convencidos de que el fútbol volverá, no parece tan fácil.
Francia y Holanda ya han cancelado sus campeonatos, el Gobierno italiano ha dejado caer que empiecen a pensar en la próxima temporada... Y en España, hay jugadores que se oponen a entrenar y jugar en estas circunstancias.
Hay otros futbolistas que no quieren hacerse test mientras no los tenga todo el mundo y
hay quien vaticina, como Suso, que no se jugará hasta la próxima temporada. Y, a todo esto, los aficionados se niegan a que se retome el fútbol sin su presencia en las gradas.
Demasiados obstáculos para unos clubes que necesitan volver y jugar para, al menos, salvar la temporada y no vivir con el agua al cuello, económicamente hablando.
Los que tienen esperanzas
se aferran a los muchos intereses que hay en el aire. Los de los propios clubes y las televisiones, que mueven muchos millones y ayudarían a reactivar una economía crítica. O los que ven el fútbol como una forma de desviar la atención respecto a los muchos problemas que vivimos. Hasta el 25 de mayo le quedan muchos capítulos al culebrón.