Aturdido durante un tiempo por el amago de despedida de Monchi y la inesperada marcha de Unai Emery, el
Sevilla ha vuelto a reordenar sus pasos en la planificación de una temporada de nuevo ilusionante, con el reto de ofrecer algo más en la Champions. Ya han llegado cuatro caras nuevas y dos más están al caer. Y en el perfil de los fichajes cerrados desde la llegada de Sampaoli domina uno común, teniendo todos ellos el balón como mejor aliado.
Es el caso de Matías Kranevitter, que pese a ser un medio de contención en poco se parece a Krychowiak; Joaquín Correa, un interior de calidad; Ganso, paradigma de la escuela brasileña; y Franco Vázquez, otro fino mediapunta de grandes detalles técnicos. Gustos que también comparten Sarabia y Kiyotake.
Con ellos, la base del equipo está conformada. Y de sus cualidades se desprende el estilo de ese nuevo
Sevilla que
Sampaoli tiene en mente. No ha dado pistas aún, pero quienes le conocen insisten en la presión y la posesión como armas para dominar al rival. Un método alejado de las rápidas salidas a la contra, sin pudor al repliegue, que propugnaba Emery.
Una nueva era, en definitiva, que promete no dejar indiferente a nadie. Con el vasco, muchos sevillistas se quejaban del fútbol de su equipo aun ganando. Ahora, en cambio, verán a otro que quiere ser protagonista. Pero de primeras no le exijan que gane igual. Paciencia.