Minuto Uno (Opinión)

Haro y Catalán, tomen buena nota

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
4 min lectura
Haro y Catalán, tomen buena nota
- Joaquín Adorna León
Un Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes”. ¿Qué aficionado no le habría comprado a Lopera su modelo de Betis? ¿Se podía pedir algo más a esa categórica afirmación? Además, vendiendo el mensaje en la plaza pública y automáticamente comprado al unánime grito de una afición entregada al ‘salvador’ que hoy sabemos que nunca fue tal.

Expresado en su tono convincente, con aquella gracia natural que tanta gracia hacía a quienes no conocían la peor versión de Lopera, el mensaje quedaba convertido en realidad aplastante e incontestable. Aquel Lopera idolatrado por las masas tomó decisiones graves, siempre en defensa del club, que pensábamos que nunca iba a repetirse y que hoy vuelven a ser actualidad.

El presidente Ángel Haro confirmó ayer en 'Radio Marca' y en la 'cadena COPE' lo que un servidor, sinceramente, no terminaba de creer. A un aficionado del Betis, no importa su nombre, ni su relevancia, ni su actividad en las redes sociales o su pertenencia a una plataforma social, se le prohibió el acceso al Benito Villamarín por publicar en Twitter una serie de comentarios críticos, “insinuaciones de delito”, según Haro. Intuyo que la decisión, la apertura de expediente informativo y la prohibición de acceso al estadio, se acogerá a derecho, pero ni el amparo de la ley -que está por ver- te exime de un gravísimo error en las formas. Que se sepa, es la primera vez que ocurre, pero nunca debió pasar y debe ser la última.

Haro no puede utilizar al Betis como escudo personal para justificar tan arbitraria decisión, que podría haberse tomado sobre cualquiera de los miles de béticos críticos que pululan por las redes sociales. “Se está atacando al club y vamos a defenderlo”, dice. Si entiende que a él o a sus consejeros se les está injuriando o hay alguna acusación demandable, se acude al Juzgado a interponer la correspondiente denuncia y punto. Ésa es la mejor forma de proteger al Betis. En silencio, sin escándalos que realmente afecten a la entidad y a sus compromisos comerciales, y sin bajar al ruedo a las primeras de cambio con el primer aficionado maldicente. Más le valdría rectificar, no enrocarse en un problema del que sólo puede surgir otro mayor y pasar página cuanto antes. En primer lugar porque la decisión exhala un tufo a esos castigos ejemplarizantes que ya sufrimos en el Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes, con el que hacía negocios Lopera. En segundo término porque el miedo ya no funciona y todos los béticos se van a sublevar, como en su día contra ‘Don Manué’, ante la amenaza de ser el próximo que vea el partido en el sofá de su casa o en la peña más cercana. Y tercero, y sobre todo, porque lo acontecido nada tiene que ver con ese nuevo Betis democrático que tanto se ha pregonado. ¿Más de lo mismo? Haro y Catalán, tomen buena nota, que diría aquel.
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