El entrenador del Barcelona,
Ernesto Valverde, tiene esta semana ante sí una importante disyuntiva: rotar o no rotar en el
Ramón Sánchez-Pizjuán. La última vez que lo hizo, en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey, su equipo regresó a
Cataluña con un 2-0 en contra y una oleada de críticas por prescindir de
Messi y
Busquets (ni siquiera viajaron) y de
Suárez,
Coutinho o
Jordi Alba (suplentes).
Este sábado a las 16:15 horas, el conjunto azulgrana deberá visitar de nuevo al
Sevilla en un partido correspondiente a la jornada 25 de
LaLiga que, si bien es trascendental, llega en un momento inoportuno para el
Barça: antes de ir dos veces seguidas al
Santiago Bernabéu para medirse al
Madrid en la vuelta de las semifinales de la
Copa del Rey (el miércoles) y en la jornada 26 de Liga (el sábado), donde podría dejar ya a los blancos fuera definitivamente de la lucha por el título.
Es decir, que
Valverde debe dosificar fuerzas en el choque en Nervión; donde al margen del desgaste físico que podría mermar su potencial a cuatro días de jugarse el pase a la final copera, también tiene que tener en mente que cuenta con varias bajas obligadas por lesión (
Arthur,
Rafinha y
Cillesen) y dos tocados a los que no conviene forzar, como Vermaelen y Umtiti, quien pese a viajar a Lyon, en teoría no jugará ni en
Sevilla ni en ninguno de los Clásicos, según apunta la prensa catalana.
Además, al
Sánchez-Pizjuán llegará con otras tres piezas clave apercibidas de sanción: Lenglet, Rakitic y Arturo Vidal serían bajas ante el Madrid si ven una amarilla.