La
magia, por lo general, arrastra irregularidad, desconexiones, o sólo apariciones fugaces, pero cuando se persona en el césped
despierta los sentidos, genera la excitante
expectativa de que los límites se difuminen ante el
poder de la imaginación.
Ganso posee este don de carácter prácticamente exclusivo y
Sampaoli lo ha desperdiciado en la grada o en el banquillo aferrado a unas razones muy alejadas de su concepto de fútbol. El lo pidió pero le ha exigido un trabajo para que el brasileño necesitaba una continuidad que sí le ofreció a otros futbolistas que una y otra vez la malograban. Ayer, de repente, lo rescató del ostracismo al que le había condenado, y el
´mago´ respondió a golpe de varita sin pesarle la lógica falta de ritmo. Mostró el compromiso que se le requiere y desplegó su
repertorio de trucos para iluminar a un
Sevilla atrapado en la oscuridad propia de la carencia de chispa. Marcó los
dos goles, en el inicio de cada parte,
lideró a un equipo que se contagió de su explosión de talento y le recordó a
Sampaoli la senda del
amateurismo ante un
Granada superado completamente en una noche en la que
Nervión se divirtió y vibró a sabiendas de que en un espectáculo de magia todo puede suceder.
En este sentido, la entrada de
Ganso fue la gran novedad en el once de
Sampaoli casi cuatro meses después de su última aparición (en Copa). El brasileño relegó al banquillo a
Franco Vázquez con la misión de hallar espacios en la tupida defensa del Granada, para lo que el casildense le arropó con la compañía de
Iborra, con
N´Zonzi por detrás, y acumulación de futbolistas por el centro, ya que
Correa, en vez de partir desde la banda, prácticamente formaba una dupla de ataque con
Jovetic, y
Sarabia ayudaba en la creación. Este dibujo le entregaba los carriles a las incorporaciones de los laterales, lo que multiplicaba las vías de acceso al área de un rival que desde el primer minuto evidenció carencias alarmantes, concediendo un remate en el área chica de
Iborra en el 1´. En esa acción se lesionó
Saunier y, antes de que los
nazaríes realizaran el cambio, golpeó el Sevilla de la mano de
Ganso, que, con su mayúscula visión, se apoyó en
Jovetic tras un ´sombrero´ para luego rematar a la red el servicio atrás de su compañero.
1-0 en el 4´. Reflejo de la comodidad de un cuadro hispalense que combinaba por el centro para después abrir a banda liderado por el brasileño, preciso en los servicios, ya fueran en largo o filtrados.
Jovetic aparecía para asociarse mientras que
Correa desbordaba en el uno contra uno. El Granada, con otro cambio en el 20´, esta vez no forzado, estaba desbordado y se produjo un
carrusel de ocasiones. Primero un gol anulado a Jovetic por un
fuera de juego inexistente tras asistencia de Ganso; después un golpe franco de
Sarabia, un mano a mano con Ochoa mal resuelto por el ´Tucu´, un lanzamiento demasiado cruzado de
Mariano tras pared con Jovetic, autor de un disparo arriba... El control era total del
Sevilla. Un control profundo merced al entendimiento en el pase, pero carente de contundencia en los últimos metros, como evidenció Sarabia en el epílogo con un remate alto. Por su parte, el Granada, sin apenas posesión, sólo se acercó a
Rico poco antes del descanso, con un lanzamiento de
Carcela detenido por el de Montequinto. Los nervionenses merecían un marcador más abultado, por dominio, ocasiones y claridad de ideas en la elaboración, mas llegó al ecuador con el resultado ajustado por su deficiente ejecución, asignatura pendiente para la reanudación.
Por ello, el Sevilla regresó con intensidad, volcado sobre el área granadinista y, a los dos minutos, obtuvo el premio con una bella combinación en la que
Jovetic dejó solo con un taconazo a
Sarabia, que sirvió un pase de la muerte potente para que
Ganso firmara un
doblete. El brasileño disfrutaba. Y Nervión con la visión artística del de Ananindeua, quien buscó el ´hat-trick´ con dos lanzamientos desde fuera, el primero desviado por
Ochoa.
Con
2-0, el ritmo descendió pero en ningún caso la hegemonía del
Sevilla, siempre en los alrededores del área del meta mexicano, exigido con disparos de
Iborra y de
Jovetic y batido por
Correa, si bien el árbitro lo anuló por un dudoso fuera de juego. El
Granada trató de estirarse bajo la supervisión de los nervionenses, más relajados y con ganas de contar con espacios a la contra, pero sólo dispuso de dos ocasiones en las botas de Ezequiel Ponce. Se trató de un espejismo en plena acumulación de acercamientos del Sevilla, cerca del tercero cada vez que apretaba de nuevo, fruto de una manifiesta superioridad no cristalizada, sin embargo, en el resultado, muy corto en función de la abrumadora estadística de oportunidades a favor de los hispalenses.
Un mal menor dentro de un
triunfo convincente, con un valioso impulso moral y que sirve para presionar hoy al
Atlético en Cornellá y para que Sampaoli no prive de nuevo al sevillismo de la fantasía de un mago:
Ganso por aquí, Ganso por allá.