​En el sistema de
Pablo Machín no existe la posición donde
Quincy Promes ha exhibido su mejor versión, como extremo, y sus discretas prestaciones como delantero, sin espacios para explotar su velocidad y potencia, apuntaban a que no cuajaría en el
Sevilla pese a tratarse de la incorporación más cara del verano.
Sin embargo, el holandés ha puesto desde el principio todo de su parte para hacerse un sitio en
Nervión, hasta el punto de convertirse en un comodín para
Machín, que ha encontrado en él la solución para los problemas en los carriles por las lesiones. Primero se postuló en la derecha, banda en la que puede llegar hasta la línea de fondo y centrar con su pierna buena, ofreciendo garantías tanto en ataque como en defensa a pesar de que en
Rusia no se empleaba demasiado sin balón.
Luego le llegó el momento de probar en la zurda, con el handicap de que el recorrido no puede ser el mismo, y también ha respondido, tal y como ocurrió contra el
Eibar el domingo, cuando, incluso, generó más peligro a pierna cambiada y equilibró el equipo con él en un flanco y
Navas en otro.
Lo cierto es que su desplazamiento a la izquierda cuando
Jesús Navas entró por
Escudero, timorato y frágil atrás, le concedió al equipo mayor profundidad y peligro por la izquierda, hasta el extremo de que impulsó el centro que
Sarabia desvió a la red para establecer el empate en la prolongación.
La aportación de
Promes fue más allá, porque se fajó atrás, lo que se refleja en que interceptó tres balones por uno de
Escudero, realizó tres despejes por uno del pucelano, bloqueó un disparo, lo que no hizo su compañeros sus 60 minutos, y ganó cuatro balones aéreos, tres más que
Escudero. Datos para nada baladíes si se tiene en cuenta el perfil ofensivo de
Promes y el defensivo del lateral. Razones por las que, con
Navas ya listo, el holandés amenaza la titularidad de
Escudero en la zurda.