No se atrevió Joaquín Caparrós a darle el lateral izquierdo de inicio a un Aleix Vidal que, pese a las numerosas bajas con las que contaba el Sevilla FC para el Wanda Metropolitano, volvió a esperar su oportunidad desde el banquillo. Los problemas de salud de Kjaer en el descanso, amén de su cuestionable papel sobre el césped y el mal partido de Gnagnon como lateral, acabaron brindándole la oportunidad al catalán, que la aprovechó como si fuera oro en paño. De hecho, su entrada, junto a los otros dos cambios (Amadou y Marko Rog), le dieron otra cara al equipo, aportándole Aleix Vidal profundidad por el costado izquierdo, colgando balones al área.
El carrilero, a banda cambiada, propició un 79% de acierto en el pase, con 29 intentos y seis balones en largo. Todo eso, además de una ocasión de gol en el añadido que blocó Oblak y que bien podría haber valido el 1-2. En definitiva, una buena noticia en este epílogo tras una dudosa temporada en su vuelta a Nervión.