Más allá del resultadismo

Carlos PérezCarlos Pérez
3 min lectura
Más allá del resultadismo
El aficionado suele ser tan amigo del resultadismo como el futbolista de los tópicos. Hay pocos jugadores que aporten algo ante un micrófono y están contados los seguidores que ven más allá de lo que refleja el marcador final; cuando lo que importa es cómo se gana, cómo se empata o cómo se pierde. El Sevilla sacó un resultado de Valladolid que ha dejado malas sensaciones, porque ya se celebraba la victoria, pero que ofreció, por otro lado, muchos motivos que invitan al optimismo.


Unai Emery apostó por un sistema muy ´juventino´, con tres centrales, dos carrileros, otros tantos pivotes y mediapuntas y un delantero, quizás condicionado por los muchos problemas que le había causado anteriormente el Valladolid al Málaga con dos puntas, quizás con la idea de explotar la profundidad de Alberto y Diogo sin que el equipo se le rompiese. El sistema, en cualquier caso, dio sus frutos: el equipo contuvo al rival, tanto por el centro como por los costados (el derecho, con Rukavina y Ebert, merecía especial atención), y, tras la resta, salió con rápidas transiciones ofensivas, bien por la cal, bien por los pasillos interiores, con Vitolo, Jairo y Bacca, que empieza a parecerse al del Brujas.


Al igual que en San Sebastián, por fin el Sevilla se asemejaba más a un equipo que a un grupo de buenos jugadores. Como punto de partida no está nada mal. Fue, de hecho, realmente bueno. La lectura del encuentro por parte del vasco, sin embargo, sí dejó que desear.


Desde que entró Manucho, con sus 1,90 metros, hasta el 2-1 (esto es, del minuto 46 al 81), el Valladolid realizó 20 centros laterales. El 21 lo remató el angoleño a gol, ganando a Fernando Navarro en el salto. No puede decirse que Emery no estuviese advertido y no se puede decir, tampoco, que hiciese algo por evitar los balones colgados, hasta 39, ni por ganar los duelos aéreos, pues el Sevilla sólo se llevó 15.
Fue lo negativo, pero más allá de eso y del resultadismo, hay adonde agarrarse.
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