Sampaoli ha protagonizado como sevillista una búsqueda incesante de la fórmula adecuada para extraer el máximo rendimiento de su materia prima, y en la recta final de la competición, tras numerosas propuestas, unas más acertadas que otras, ha hallado una variante que ha propiciado que repita once por primera vez. Como con el Granada, acumuló futbolistas por dentro para estrechar distancias en la zona creativa, limitar los espacios en la contención y dejar las bandas para los laterales.
La idea incidía en el viraje hacia un fútbol más directo, sin aburrirse con toques en tierra estéril, siempre en busca de la movilidad de los hombres de arriba. Jovetic aparecía entre líneas para ejercer de pantalla y asociarse, ya fuera con Correa, o con los carrileros. N'Zonzi ha vuelto a asumir el mando, contundente en su labor de filtrar el peligro a la defensa y activo en la iniciación de las jugadas.
Sobre esta base, el Sevilla creció con los minutos tras un arranque dominador del Celta, maduro en la retaguardia, con ayudas constantes, y con recursos arriba. La visión de Ganso, que empieza asentarse, rompía barreras pero una vez más al Sevilla le faltó maldad en la definición, personificada en un Correa que en la segunda mitad se extrajo la espina. El 1-0 impulsó más al Sevilla pero un penalti discutible (1-1) obligó a comenzar de nuevo y el equipo lo acusó, por lo que Sampaoli reaccionó juntando a Nasri y Ganso para que luego entrara Ben Yedder. El franco-argelino acrecentó los recursos y, tras dos palos, asistía a WBY para el 2-1, fruto de la agilidad con los cambios de Sampaoli, que se reivindicaba con un golpe de timón para amarrar un triunfo merecido.
Álvaro Palomo
