El desequilibrio del Betis de Rubi, en cifras

El desequilibrio del Betis de Rubi, en cifras
Rubi conversa con sus jugadores en un entrenamiento. - Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 5 min lectura
Las sensaciones no han encajado con los resultados en el Betis de Rubi. Sobre el césped ha transmitido mucho más de lo que le refleja el rédito obtenido y su posición en la tabla (12º). Han sido numerosos los partidos en los que ha parecido merecer más por juego y ocasiones pero que, al final, de una forma u otra, se han resuelto en su contra. Así han volado muchos puntos en una temporada que se presentaba ilusionante para el beticismo, pero que, a falta de once jornadas, se ha alejado de las expectativas, limitando a prácticamente un milagro las opciones de cumplir con el objetivo europeo.

Lo ocurrido hasta ahora en el devenir liguero del Betis se explica a través de los números, que evidencian un revelador desequilibrio entre la faceta ofensiva y la defensiva que ha lastrado por completo las aspiraciones heliopolitanas. El potencial en ataque, avalado por las estadísticas, no ha sido correspondido por las garantías en el sistema defensivo, cuya inconsistencia y errores puntuales han malogrado gran parte de lo conseguido arriba.

No en vano, el Betis está entre los seis primeros en la mayoría de los registros ofensivos, mientras que ocupa la zona baja en todos los apartados relacionados con la contención, un abismo sin término medio que evidencia el principal problema del Betis de Rubi: una ausencia de equilibrio que obliga a la excelencia de cara a puerta para compensar la hemorragia sin balón.

De ese modo, las cifras ofensivas sitúan a los verdiblancos como el quinto equipo de LaLiga con más posesión, con un 54% y, más importante, el tercero en acierto de pase, con un elevado porcentaje del 82,7% de los intentados a lo largo de los encuentros. No se trata de un control estéril de la pelota, sino que se traduce en oportunidades de cara a puerta, reflejo de la verticalidad de un Betis poco amigo de sestear. De hecho, es el sexto equipo de Primera que más produce, con 12,3 remates por encuentro. Eso sí, baja un puesto en la puntería, con cuatro por partido entre los tres palos, un tercio de los intentos.

La presencia ofensiva del Betis y sus recursos también se aprecian en el número de regates, donde, con Fekir segundo tras Messi, se erige en el cuarto equipo más desequilibrante en el uno contra uno, con un total de 11,6 regates por choque culminados con éxito. Un dato directamente relacionado con el registro de faltas provocadas, el mayor de LaLiga con 15,1 por duelo, capítulo que lidera a nivel individual el franco-argelino. Es decir, que en el capítulo ofensivo, se ganaría el pasaporte europeo, pues en todas las tablas, menos en la de tiros a puerta, que es séptimo, se halla en los seis primeros puestos.

En las antípodas de estos datos en ataque se encuentran los defensivos en clave bética, pasando de la zona alta en las clasificaciones particulares a la de peligro, con registros impropios de un equipo con aspiraciones continentales. Así, ostenta la misma posición en remates realizados que permitidos, pues sólo cinco equipos conceden más que los verdiblancos, a los que le rematan 12,6 veces por envite.

Más dramático resulta el balance en la resta, en las estadísticas relacionadas con frenar el avance del rival. Y es que ocupa la penúltima plaza en número de entradas, con 13,4, sólo empeorado por el Levante, a todas luces el equipo más deficiente en tareas defensivas de LaLiga. Apenas hay mejoría en las intercepciones, con un discreto 17º puesto, con una media de 8,6.

Ni siquiera se emplea con contundencia o, al menos, eso se desprende de la estadística de faltas realizadas, con 12,2 por partido, el 16º registro más bajo, lo que contrasta brutalmente con el número de tarjetas recibidas, hasta el punto de que, con siete, nadie ha sufrido más expulsiones que el Betis, el sexto con más amonestaciones a pesar del bajo número de infracciones que comete. Una paradoja producto posiblemente, más allá de quejas arbitrales, de su escasa pericia en la contención.

Por ello, para gozar de mínimas opciones de luchar por Europa si se reanuda la competición, el Betis está obligado a minimizar esta exagerada distancia entre ataque y defensa con una mejoría considerable de su consistencia sin balón.
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