La filosofía de juego de Simeone y una sanción FIFA que ha impedido a los colchoneros inscribir a ningún jugador este verano hacen que el Atlético de Madrid del Cholo sea otra temporada más de lo mismo, al menos hasta el próximo mes de enero, cuando inscribirá al exsevillista Vitolo, al que tiene 'prestado' en Las Palmas y a Diego Costa, que se pondrá a tono entrenando estos meses.
Una roca construida durante años en los que el argentino ha adiestrado a sus pupilos en un estilo espartano y práctico, en función de directrices muy definidas. Una idea que en ocasiones ha intentado dotar de más vida y en las que, sin embargo, se ha topado con la cruda realidad de que su equipo no fluye más allá de los automatismos, por lo que se ha aferrado de nuevo a la versión que tan buenos resultados le ha brindado.
Desde hace ya un tiempo, el Atlético ha vuelto a ser el Atlético, con un fútbol más efectivo que vistoso, sin concesiones al rival en el medio campo, siempre al límite, y maximizando sus armas principales: la velocidad a la espalda y el balón parado.
Los colchoneros aprietan sin balón con un desgaste mayúsculo y no dudan en replegarse si las circunstancias lo recomiendan, a la espera de romper con acciones rápidas tras recuperación merced a la velocidad de su ataque. El esférico le gusta lo justo, lo necesario para obtener beneficio, ya que su poderío en la contención y en la retaguardia le permite sentirse cómodo sin necesidad de dominar, porque sabe que aprovechará la que tenga.