El fútbol español en general, y el sevillano en particular, recibieron el pasado viernes una de esas noticias que suelen ser sucedidas por un resoplo de quien la lee. Un chaval de 17 años moría por un
fallo cardiaco mientras entrenaba con su equipo de fútbol, lo que teñía otra vez de negro un deporte que, en esta ocasión, enlutaba a
Gelves.
José María Cantón Márquez se despedía para siempre sobre el césped de
Eritaña, donde preparaba junto a sus compañeros del equipo
juvenil del Club Deportivo Gelves el partido de Liga contra el
Huévar, previsto para el pasado fin de semana. No se disputó. Desde que
José María cayera al suelo en un ejercicio de recepción de balón, control y pase las instalaciones gelveñas permanecieron cerradas hasta ayer, cuando el conjunto que entrena
Fran Quiñones retomó la preparación del choque ante los hervenses, previsto para la tarde de este jueves.
La vuelta a los entrenos y a la competición podrían ser el
mejor homenaje para un futbolista que nunca llegó a controlar esa pelota que le echaron desde la banda. Su corazón no le dejó. El cuero pasó por delante suya, como así lo hicieron su presente y su futuro a pesar de la rápida pero, por desgracia, baldía intervención del 112. Fue en
Coria del Río donde nació José María, y donde, trasladado por una ambulancia, también quiso el destino que pasara a la memoria de todo aquel que le conoció.
"Lo vamos a recordar para siempre. Era un chaval muy querido, disciplinado, de los que pasaban desapercibido. En estos equipos no hay 'cracks', era uno más", explica
José Jiménez, presidente del Gelves, que desvela su deseo de hacerle un
partido homenaje al jugador y así dar una placa a su familia: "Queremos hacerlo, pero será dentro de un tiempo, porque ahora entramos en el campo y se nos ponen los vellos de punta".
José María se había trasladado a
Gelves hacía ocho años procedente de Coria del Río junto a sus padres,
Manuel y
Carmen. "Yo quiero torear", le había dicho alguna vez a 'Manolo Corona', novillero que tuvo que dejar los ruedos por un infarto. El corazón sí permitió a su padre cortarse la coleta. A José María, el suyo no le dejó colgar las botas.
"Era una bella persona, serio, dedicado a sus estudios, a sus amigos y al deporte. Era el hijo que todo padre hubiera querido tener", reconoce
Paco Herrera, coordinador deportivo del Gelves y progenitor de José Manuel, quien compartía con José María vestuario en
Eritaña y pupitre en algunas asignaturas de 4º de ESO: "Era un niño de club, cercano a todos".
Con 17 años cumplidos a principios de febrero, y desde infantil en el
Gelves, José María tenía toda la vida por delante para ver ganar a su
Betis y a su
Real Madrid, sus dos equipos. Ya lo hizo en noviembre, cuando viajó con su padre a la capital de España para presenciar en directo el triunfo blanco ante el
Rayo. Su foto en el
Santiago Bernabéu, por el que se paseó con su chándal del Real Madrid, ha servido para que en las redes sociales todos puedan conocer su sonrisa, respondida con cientos de mensajes de apoyo para sus familiares, sus amigos y su club.
"Desde el viernes no ha habido una sola vez que lo que ocurrió no se me haya pasado por la cabeza... no sé si lo llegaré a superar", admite
Fran Quiñones, entrenador en el juvenil gelveño de José María, a quien define como "una persona maravillosa". "Llevo sólo ocho meses con el equipo, pero a él se le veía muy noble. Lo ponía de lateral derecho, y, sinceramente, estaba dos escalones por debajo del resto, pero siempre trabajaba duro y sin protestar", recuerda el técnico, que hoy tiene la complicadísima tarea de
levantar el ánimo de su plantilla: "No me he preparado ningún discurso... con verles las caras a mis jugadores las palabras saldrán solas y me dejaré llevar".
Igual que se dejó llevar esa madre cuando en el sepelio de su hijo agarró con fuerza la camiseta rojilla que sus compañeros y entrenador habían colocado sobre el féretro de
José María Cantón. D.E.P.