El valor de Kondogbia

El valor de Kondogbia
- Carlos Pérez
Carlos PérezCarlos Pérez2 min lectura
Sólo unos cuantos partidos en la elite han servido para que Geoffrey Kondogbia se convierta en uno de los atractivos del mercado, para que cada domingo cite a varios ojeadores en las gradas de los estadios donde juega el Sevilla. De hecho, era ya atrayente, aunque en menor medida, antes de fichar por el club nervionense, al que eligió de forma sorpresiva, por ejemplo, por delante de todo una Juventus a la que sí fue su amigo Paul Pogba. Querer dar un paso intermedio fue, sin duda, un síntoma de gran madurez para un jugador de tan sólo 19 años, seducido más por evolucionar que por un atractivo escudo o un suculento contrato.

Graham Taylor, entonces seleccionador de Inglaterra, dijo esto en 1992, cuando los europeos defendían que los africanos no sabían jugar al fútbol: "Si a su facilidad para moverse bien sobre el terreno de juego, a su habilidad natural, a sus portentosas facultades atléticas, a su increíble elasticidad y a su técnica, los africanos son capaces de añadir disciplina táctica, no habrá quién los pare". Pese al progreso, los centrales del continente negro aún dejan dudas en este sentido (el Sevilla, por ejemplo, sigue rechazando ofrecimientos de futbolistas de este tipo para dicha demarcación), pero no ocurre así con los mediocentros. Un gran ejemplo es el propio Kondogbia, un portento físico dotado de una buena técnica que, además, posee un notable rigor táctico. Por ello, puede jugar solo por delante de la defensa, en un doble pivote o con otros dos compañeros, merced a sus dotes para destruir, sacar el balón jugado, hacer coberturas o sumarse al ataque en el momento idóneo. También, pese a no habérsele visto aún ahí en Nervión, como central o lateral zurdo.

Geoffrey Kondogbia tiene todo. Por eso arrastra ojeadores, por eso su valor sube cada semana. Retenerle será harto complicado. Imposible.
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