Sin Banega no se juega

Un planteamiento equivocado, una reacción excesivamente tardía en las sustituciones y la ceguera del árbitro explican por que el Sevilla sólo se ha llevado un punto de Ipurua. Seguramente, acertando en lo primero Unai Emery, ahora no estaríamos hablando del resto de impedimentos, aunque no debe de resultar fácil tratar de jugar al fútbol sin el que realmente sabe hacerlo, Éver Banega. El técnico vasco, que tampoco podía contar con Krohn-Dehli, directamente renunció a ello, apostando por un centro del campo en el que N'Zonzi sigue chirriando. El galo está mucho más perdido que Konoplyanka y, sin embargo, continúa jugándolo todo, mientras el ucraniano lo pide a gritos cada vez que sale.

Con la entrada de éste y la del argentino cambió una película que, por desgracia, ya estaba cerca del desenlace. Sin ambos, el Sevilla sólo había disparado cinco veces (una a portería) y, desde que entraron, hasta 11, yendo cuatro de ellas entre los tres palos. Una acabó en gol y otras, casi.

Banega no estaba para ser titular. Decir otra sería engañarse. El problema es que Emery no supo encontrarle una solución a su ausencia. Algo, por otra parte, que tampoco resultaba fácil: el ex del Valencia es un futbolista singular, único, que no estaría en el Sevilla en condiciones normales (Monchi fue muy listo, al rescatarle, como a Luis Fabiano, en mitad de la depresión). Con él, el equipo se ordena a partir del balón, es un apoyo constante para el compañero, sabe imprimir el ritmo necesario al juego, atrae rivales, tiene regate (5 de 5 completados, el que más) y clarividencia. Viendo las soluciones de Emery, habrá que rezar para que no se lesione más.