OPINIÓN

Konoplyanka, en la izquierda

El fichaje del ucraniano respondió más a una oportunidad que a una necesidad, por lo que había que hacerle un hueco en el once, justo donde actúa uno de los jugadores fetiche de Emery

Konoplyanka, en la izquierda
- Carlos Pérez (@carlosperezED)
Carlos PérezCarlos Pérez3 min lectura
Konoplyanka no habla español, pero domina el idioma del fútbol como pocos. Y tampoco vive ya en su país, pero en la izquierda, como él mismo dice, se siente como en casa. El problema, para Emery, es que ése es el hogar en el que ha crecido Vitolo. El fichaje del ucraniano fue más una -gran- oportunidad de mercado que una necesidad, por lo que no llegó para rellenar un hueco, sino que había que procurárselo a costa de cambiar de banda a uno de los jugadores fetiche del técnico vasco. Por ello, debía esperar a que el ex del Dnipro estuviese preparado para dar lo mejor de sí, pues, si no, el movimiento de fichas, incluyendo el de Reyes al banquillo, no iba a compensar.

En Manchester ya se vio parte de lo que Konoplyanka puede ofrecer, y esa ración fue mucho, suficiente como para saciar la ilusión de todos los sevillistas. Konoplyanka es un jugador talentoso con continuidad en su juego, lo cual no es nada habitual. Puede ser eléctrico y también pausado, ya que sabe aguantar el balón hasta que suba el lateral, se desmarque el delantero o le apoyen el mediapunta y algún mediocentro, lo que aporta al equipo una referencia distinta a partir de cual puede elaborar su juego de ataque, al margen de la de Banega. El ucraniano tiene juego para todos, algo que aporta mucha más riqueza al fútbol de este Sevilla que en ocasiones ha sido demasiado plano. Con balón, puede llegar a la línea de fondo, pues su centro con la izquierda es correcto, o bien trazar diagonales interiores a partir de las que llegar a posiciones de disparo o de asociación para acabar pisando área.

Ante el City, realizó 12 centros, más que ningún otro jugador, firmó tres disparos, creó otras tantas ocasiones de gol y marcó uno, confirmándose como un consumado especialista a balón parado. Se lo reconoció primero Hart, tras ver cómo se estrellaba contra el palo un balón al que nunca hubiese llegado; y más tarde Banega, quien le apartó en el primer saque de esquina y que en los siguientes siete le entregó el balón para que lo pusiese él en movimiento. Su golpeo es preciso y tiene veneno. Por todo, efectivamente, compensa: Konoplyanka, de inicio y en la izquierda.
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