Estos días el sevillano
Jose Luis Escañuela anda poniendo en marcha de nuevo su despacho profesional después de todo lo vivido al frente del tenis nacional en los últimos años. Da para un libro. Conspiraciones políticas, amenazas mediáticas, motines de jugadores, conflictos de género... Cuando se trata de liquidar a un personaje público, la vía rápida es calumnia que algo queda. El peso de la opinión pública te aplasta sin mas. Sin pre juzgarle inocente -no sé si efectivamente lo es en esencia o solo me lo parece- el archivo del expediente abierto contra él por el
Tribunal Administrarivo del Deporte, llega tarde. Demasiado. El destrozo ya está hecho.
La argumentación legal afirma que el
CSD no puede demostrar si los fondos de dudoso destino proceden de subvenciones públicas o de ingresos privados de la propia
Federación Española de Tenis. Me temo que las aspiraciones políticas de Escañuela han sido cercenadas en una caza al hombre fabricada en las altas esferas. Seguramente cometió errores estratégicos como el nombramiento de Gala León, pero lo cierto es que el abogado siempre fue un elemento extraño dentro del tenis y cuando dejó de ser útil, fue enviado a casa de la peor manera. Doce mil euros en caramelos para una cabalgata no son ni muchos ni pocos, pero dentro del contexto de un convenio firmado entre dos instituciones, es cualquier cosa menos alarmante.
Otros dirigentes cercanos, en situación tan o más delicada, han dejado que las aguas se calmen y se han tomado un respiro porque se juegan mucho. A otros, como a Villar, no les pueden meter mano porque se han convertido en excesivamente grandes. En cualquier caso, puede que Escañuela no haya dicho la última palabra. Más vale tarde...