El eje del mal (II)

El eje del mal (II)
Eduardo GilEduardo Gil2 min lectura
Además del dopaje, la corrupción o el machismo, hay más peligros para el deporte:

-Apuestas y compraventa de resultados. No hay que irse muy lejos para encontrar a personajes que han estado a sueldo de clubes y que se comportan como los defensores del ´establishment´. Se rasgan las vestiduras en un ejercicio farisaico que retrata los tiempos que corren. Abren expedientes y divulgan investigaciones que no van a ninguna parte y por supuesto, salen en la foto. Los que más saben de corrupción quizá sean los que mandan en la Liga, la Federación o AFE. Todo un sindicato del crimen. Y es que el fútbol español no se ha limpiado ni una sola vez. Puede que ni a los medios les interese hacer saltar el negocio por los aires. Si estamos detrás de Italia, que ya sancionó a la Juve de Luciano Moggi, mal asunto. Irónicamente, son las casas de apuestas las que detectan el tongo cuando aparecen patrones fuera de lo común. Informes policiales recientes demuestran que jugadores profesionales, directivos (caso Osasuna) o familiares de los mismos, apuestan con total impunidad. ¿Competición o estafa?

Violencia. No la verbal, que según Tebas origina la grada, sino la del Manzanares del Frente Atlético y la de Ochaíta de los Ultras Sur. También la de los Biris cuando se pasan. Pero sobre todo la de los campos del fútbol modestos. Ser árbitro es una heroicidad hoy en día en categorías menores. La solución no solo es política, es a dos velocidades. El imperio de la ley debe caer sobre el agresor, y la educación, que tiene mal arreglo a corto plazo. Empecemos por el cáncer del fútbol: los padres.
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