La señalada verdad de Rubén Castro

La señalada verdad de Rubén Castro
- José Manuel Cano
José Manuel CanoJosé Manuel Cano3 min lectura
Rubén Castro es, a día de hoy, un hombre señalado. De la noche a la mañana, el teórico debate que podría haber suscitado su no convocatoria para la selección española pasó a mejor vida por una bronca con su exnovia. Así de fácil. Se terminó el hablar de fútbol, Rubén Castro pasó a convertirse en un personaje de la carnaza española un lunes de madrugada y él ni tan siquiera lo sabía. En mi opinión, la delicadeza hispana con estos asuntos no va más allá de la palabra ´presunto´. Nadie sabe lo que realmente ocurrió, nadie lo vio, sólo ellos conocen la auténtica historia (y es evidente que son versiones contradictorias), pero todos opinan. "Maltratador", le gritaban una y otra vez en el Ciutat de Valencia... Se demuestre o no si es inocente o culpable, el daño ya está hecho. Y eso ella lo sabía.

Así funciona este mundillo. Entiéndase que nadie pretende con esto restarle credibilidad a la ex pareja de Rubén, simplemente defiendo que posicionarse ahora a favor de una u otra versión es jugar a ser adivinos. Estamos hablando de un altercado que se enmarca dentro del más amplio contexto de su intimidad. No hay testigos. Es la palabra de una contra la del otro. Y recuerden, no tiene nada que ver con el fútbol, ni con el Betis que, dicho sea de paso, se ha volcado con el canario en todo momento.

Ahora aparecen varios amigos de la chica que aseguran que "él la maltrataba". Eso sí, ninguno lo vio nunca. Sólo lo creen porque ella lo contaba. Y lo más inquietante, no hay indicios de agresión sexual. Sí de maltrato, aunque la recepcionista asegura que no le vio ninguna lesión al salir del hotel en el que por cierto pasó la noche con él después de supuestamente ser agredida... Es extraño. El hecho de que se trate de un deportista conocido es lo que le condena, al menos a ojos de la opinión pública. Y repito, eso ella lo sabía. Ya sea por una u otra causa, hay razones para sospechar de su declaración, así que paciencia. Que sea el juez quien juzgue, no nosotros. Simplemente no se le puede considerar culpable por la misma razón por la que a ella tampoco estaría bien acusarla de mentirosa, aunque honestamente ambos tienen las mismas opciones a día de hoy . Sólo queda esperar que triunfe la verdad, y eso, desgraciadamente, tampoco está garantizado.
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