El hambre

Muchos ya no nos acordamos de aquel mal inicio de temporada del Sevilla en el que muchas lagunas futbolísticas hacían presagiar que la temporada no estaría al nivel de la anterior. Cierto es. Para muchos podía significar la decadencia de un equipo que podría acabar un ciclo. Nada más lejos de la realidad. Y es que si algo tiene y ha tenido en esta última década este Sevilla es hambre. Hambre por parte de sus dirigentes, hambre de sus técnicos y, por supuesto, hambre de sus futbolistas.

Haciendo referencia a las palabras de Monchi con respecto a que hubo fallos en la planificación este año, eso viene a evidenciar que la exigencia en un club como el Sevilla es tan grande que hasta una de las piedras angulares asume sus errores. Personalmente, creo que a veces firmar jugadores que se equiparen al nivel de hambre de este club no es una tarea fácil. Podríamos nombrar a jugadores que quizás hayan dejado esa planificación con ciertas carencias, pero creo que llegar a dos finales es como para no ponerse a pensar en estos asuntos en este momento, puesto que el apartado de la evaluación, para determinar el valor de algo, conviene hacerlo al final de la temporada.

Mientras llegan las tan ilusionantes dos finales, el Sevilla en Liga tiene que afrontar dos partidos en los que Unai Emery podrá dar entrada a canteranos y a los jugadores con menos minutos, para que estos puedan demostrar que dentro de este grupo tienen hambre todos. Y es que cómo no va a tener hambre un canterano en un equipo en el que se juegan finales todos los años y que se mantiene, temporada tras temporada, en ese alto listón y con la dificultad que ello conlleva.

Dijo Séneca: “El hombre lo vence todo, menos el hambre”. Pues el Sevilla parece que lo vence todo, porque su hambre, a día de hoy, parece infinita.