Un técnico de club, pero con personalidad propia

El látigo de Merino

El látigo de Merino
El linense Juan Mérino, dando órdenes a los suyos desde la banda. - Alejandro Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 5 min lectura
Con 37 puntos en su casillero particular después de haberse impuesto el pasado sábado al Levante en el Benito Villamarín por un gol a cero, el Betis tiene prácticamente conseguido el objetivo de la salvación; un último paso que tendrá que finiquitar en estas seis jornadas de Liga que restan y que, en gran medida, es obra de Juan Merino, un técnico que arribó al primer plantel verdiblanco como interino y que, una vez confirmado en el cargo, ha sabido hacerse con el vestuario bético, habiendo impuesto su impronta y habiendo sacado el látigo, incluso, cuando ha hecho falta. Un entrenador nada cómodo que ha sabido sacar lo mejor de un Betis que, aunque no ha brillado sobre el campo, ha conseguido la anhelada salvación gracias a la particular forma de ser de un Juan Merino que ha basado su estancia en el banquillo en una serie de pilares y valores que, visto lo visto, han fructificado con éxito.

Profesionalidad: Un entrenador al que no le pesó su carácter de interino
"Trabajo como si fuera a estar aquí siempre", dijo en más de una ocasión el linense cuando aún no había sido ratificado en el cargo hasta final de temporada por la dirección deportiva. Una cierta incertidumbre que no le privó de tomar ninguna decisión, por delicada o molesta que pudiera resultar para unos u otros.

Carácter: Un técnico de club, pero con personalidad propia
"Tomo decisiones serias o difíciles y eso puede crear mella o tener a algún jugador a disgusto por lo que hago. A partir de ahí, dialogar, hablar las cosas a la cara y empezar de cero. Veo a la plantilla y a los jugadores con peso especifico más unidos que nunca", explicó Juan Merino tras el encuentro contra el Levante; una declaración que resume a la perfección su filosofía como entrenador.

Personalidad: No se ha casado con nadie de la plantilla verdiblanca
Uno de los grandes aciertos del linense durante su estancia en el banquillo verdiblanco es que ha tomado decisiones equitativas, al menos desde su perspectiva. No se ha casado con nadie de la plantilla, habiendo dejado en el banquillo a pesos pesados como Joaquín, entre otros, cuando lo ha estimado oportuno y dándole su sitio sobre el campo a figuras como Rubén Castro, al que ha reconocido públicamente en más de una ocasión su importancia para el equipo.
El caso de Van der Vaart es otro de los grandes ejemplos de ello. Pese a ser una de las grandes apuestas de la dirección deportiva para la temporada, el holandés no ha ido nunca convocado con el técnico linense, habiendo entrado solo en la lista ante el Valencia, aunque no disputó ni un sólo minuto. Un técnico, Merino, al que las posibles presiones externas no le han podido, mirando siempre por el bien del equipo. Recuperó, también, a descartes como Kadir.

Bético: "Nos debemos a los colores del Betis", considera
"Nosotros nos debemos a los colores, ganamos un cierto dinero y hay que privarse de muchas cosas y que las piernas estén rápidas", ha esgrimido en alguna ocasión un Juan Merino que entiende su presencia en el banquillo bético como un premio al trabajo hecho. Un sentir, su beticismo, que ha conducido toda su labor desde que cogiera las riendas del equipo en sustitución de Pepe Mel. "Defendemos los colores del Betis, por lo que hay que conseguir lo máximo posible", es su filosofía para este final de temporada.

Temperamental: Su opinión, clara y sin tapujos hacia la plantilla
"El que no quiera, que se aparte o que se entrene con el filial", llegó a decir Juan Merino tras el ridículo del Calderón. Un temperamento que tampoco le ha impedido decir de Joaquín que "tiene que cambiar el chip".
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