Cuando se habla de futbolistas sevillanos triunfando en el extranjero, las miradas suelen irse a
Jesús Navas o
Adrián San Miguel, que brillan con el
Manchester City y con el
West Ham respectivamente. Sin embargo, no son los únicos nombres con acento hispalense que relucen allende las fronteras españolas.
El fútbol modesto también exporta grandes embajadores, y uno de ellos brilla ahora en
Bulgaria tras haberlo hecho en
Grecia.
Antonio Salas Quinta es de sobra conocido para el aficionado del
Coria. Más bien su apodo, ´
Añete´, con el que llegó a convertirse en todo un ídolo en el
Guadalquivir, donde empezó a desplegar un talento que esta campaña saborea la hinchada del
Levski de
Sofía búlgaro, y que en la anterior lo hizo la del
Niki Volos griego. Con este equipo consiguió el ascenso a la máxima categoría del país heleno, despuntando de tal manera que el pasado lunes
Añete viajó hasta
Atenas para recoger el premio que le acredita como el mejor jugador extranjero de la pasada temporada en la segunda división de
Grecia.
"Es una de las cosas más bonitas que me ha pasado, estoy muy feliz. En Grecia, futbolísticamente, me fue muy bien. Allí saqué mi mejor fútbol, y la forma de ser griega me ayudó, ya que son también del Mediterráneo y, por tanto, parecidos a los españoles", comenta el coriano, que, sin embargo, admite haber tenido "problemas económicos" en un país cuya crisis "se ve reflejada en el fútbol", así como haber vivido "episodios desagradables" en los que llegó a "pasar mucho miedo" por la pasión de los aficionados. Sin embargo, nada de eso impidió a
Añete dejar "buenos compañeros" en
Grecia, así como recordar su mejor momento allí: "Me quedo con
Steli-os Andrikos y
Matías Bolatti. Y no olvidaré el ´
hat-trick´ que hice en la final de los ´
play off´, que me sirvió para ser el máximo goleador y para ascender".
Pero el pasado verano, Añete decidió cambiar de aires, así que tras probar fortuna en el
Olympiacos Volou y en el
Niki Volos, se montó en el avión para enrolarse en uno de los históricos del fútbol búlgaro.
"Al principio fue duro por varios motivos: el carácter búlgaro, otra liga, otro equipo... Me costó adaptarme, pero después de dos meses en
Sofía empecé a sentirme muy bien, y hoy día me encuentro genial", declara un futbolista que ya suma cuatro dianas con el
Levski, y que explica que el uso del pasaporte, hace ya casi tres años, fue porque estaba "cansado del fútbol español": "Nunca me dieron mi sitio ni la oportunidad de crecer, así que decidí probar fortuna en el extranjero. De momento no me apetece volver, a no ser que me llamara el
Betis, claro está (risas)".