El Sevilla de los títulos se fraguó con una idea: comprar barato jugadores con proyección para luego venderlos a un alto precio. La imagen era el Oporto y el Lyon, dos clubes campeones forjados a base de acertar con sus jóvenes apuestas. Y así llegó Alves, llegó Baptista, Adriano, Keita, Poulsen... y no sólo dejó trofeos en las vitrinas sino muchos millones con los que se pudieron afrontar fichajes millonarios, vease los Koné, Negredo, Lautaro Acosta, etc.
Sin dejar nunca esa opción, pues han seguido llegando promesas como Rabello, Hervás, Kondogbia, etc. se apostó por traer a futbolistas contrastados (Trochowski, Squillaci, Diego López, Manu...) aprovechando el caché que ya tenía la marca Sevilla, y tirar de una cantera a la que cada vez se le daba menos protagonismo. El resultado ha sido un empobrecimiento paulatino del club y de la plantilla y, con ello, la llegada de los malos resultados.
En todo este tiempo, salvo en el caso desafortunado de Boulahrouz, de Cáceres o la ´solución´ Stankevicius, nunca se había buscado una cesión... hasta ahora con Marko Marin. "Cuando pensamos en él lo veíamos como algo utópico y esta aquí", señaló Monchi en su presentación. Pero tal vez no lo sea tanto. Sin ir más lejos, el Betis ha explotado hasta la saciedad esta opción en los últimos años con una economía de guerra y los Santa Cruz, Jeff, Pabón, Campbell o Juan Carlos le han llevado a Europa. El Atlético lleva tres años logrando títulos con uno de los mejores porteros del mundo (Courtois) que no es suyo. Así han jugado en nuestra Liga en los últimos años Coutinho, Tiago, Vela, Martins... Futbolistas que no tienen sitio en algún club poderoso, al que le interesa que se fogueen. Y jugar en el Sevilla es un lujo para cualquiera. Incluso para alguien con más cartel que Marin. Es otra vía y, en la situación actual, muy a tener en cuenta.
Antonio José Medina2 min lectura