(Opinión) Por la mañana sale el sol

La extorsión de Banega

La extorsión de Banega
- Eduardo Gil
Eduardo GilEduardo Gil3 min lectura
Banega era un jugador perdido para la causa futbolística en Valencia. Cuando no le pillaban con el carrito del helado haciendo manualidades nocturnas en la red, estrellaba -siniestro total- su flamante Ferrari. Pero se cruzaron en su camino Monchi y Unai. El Sevilla reconstruyó, pieza a pieza, un juguete roto. El primero desplegó una paciente estrategia con el Valencia hasta firmarle en precio; el segundo le dio galones, minutos y confianza como titular cuando su calidad estaba bajo sospecha. Después surgió su fútbol, el liderazgo en el juego y los títulos. Pero no hay memoria. Ahora se trata de su último gran contrato y la gente que asesora a Ever no entiende de barcos. Están dispuestos a jugársela. Puede que el domingo el Sevilla entienda como renovado a Banega y el argentino lo contrario. Renovación automática al disputar 30 partidos.

¿Unilateralmente? La cláusula plantea un debate jurídico. De lo contrario se habría filtrado abiertamente. ¿Y el Inter? Avisa al Sevilla después de haber realizado el reconocimiento médico previo al argentino. ¿Qué dirían FIFA o UEFA sobre negociar con un jugador con contrato en vigor?. ¿O desde enero es libre para firmar con un tercero hasta que juegue hoy en Basilea y el domingo ante el Villarreal? Banega debe entender que se queda solo si él quiere. Lo peor de todo es el chantaje al que parecen someter al Sevilla. Los problemas de dinero, con dinero se arreglan. Pero no basta con un salario top, ahora se llama prima de fichaje. Mínimo tres kilos en mano y me olvido del Calcio. Conforme pasan las semanas el asunto se recrudece y puede explotar, justo cuando más hay en juego. Hay muchas similitudes con el adiós de Rakitic. La gestión que se está haciendo de esta extorsión futbolística no me hace ni pizca de gracia. ¿Va el Sevilla a hacer valer sus derechos? Más vale un mal acuerdo para que se vaya en paz, que no un pleito con un futbolista que ya ha elegido. Y mucho me temo que su elección no es seguir aquí.
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