No tengo idea de quién será el entrenador elegido por Torrecilla, pero no será el manchego. Quizá uno de los Quiques. Entre el perfil que ofrece Setién, y la ambiciosa idea de sacar a Sánchez Flores del Watford, hay más nombres enmedio. Alguno con experiencia en Liga de Campeones. Pero Juande, no. Con una, basta, pensó Haro el pasado mes de enero de regreso de Alicante. En siete horas de viaje da tiempo a dar la razón a Abramovich: es un tipo complicado.
No obstante, la hoja en blanco sobre la que pretende escribir el nuevo Betis el presidente recién llegado tendrá la ventaja de poder maridar al entrenador al antojo del director deportivo. Una única partitura futbolística que no desgaste. No hay, pues, necesidad de grandes nombres con experiencia internacional. La única promesa que realizar a los béticos es intentar poner el equipo a la altura de su afición.
El liderazgo es tentador, pero debe alinearse con hechos. El mejor Betis que recuerdo lo confeccionó Serra Ferrer en 1995, sin cartera pero con coherencia. Como ocurre con Juande, su tiempo pasó. Y hace bien el Betis en pasar página, aunque haya lecciones que no se deben olvidar: sólo con humildad y paciencia se vuelve a la grandeza.
Eduardo Gil2 min lectura