OPINIÓN

Los condenados Rico y Soria

Los condenados Rico y Soria
Rico y Soria, en un entrenamiento. - Carlos Pérez (@carlosperezED)
Carlos PérezCarlos Pérez4 min lectura
El grosero error con los pies de Sergio Rico ante el Sandhausen me hizo recordar un pasaje de ´El fútbol a Sol y a Sombra´, de Eduardo Galeano: "Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda sus guantes de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días le perseguirá la maldición". Hay poco que discutir aquí al genial Galeano, quien desconocía, eso sí, que algún día el portero iba a dejar de ser "un solo" y que ya no tendría que estar "condenado a mirar el partido desde lejos".

Sigue siendo como antaño en algunos equipos, no en los de Sampaoli, quien no desliga al guardameta del resto del equipo. Debe ser uno más, el primero concretamente, para desarrollar una idea que pasa por salir tocando desde atrás. Es el hombre de campo con una visión más amplia y quien debe comenzar a buscar al hombre libre, al defensa que vaya a tener más segundos para pensar en el siguiente pase. Se pondrá nervioso el Sánchez Pizjuán al ver que su cancerbero hace algunos movimientos con el balón antes de volverlo a soltar, pero serán necesarios para iniciar un buen ataque. Hasta que Rico y Soria no se sientan uno más, hasta que no lo hagan de forma natural, Nervión va murmurar.

Ambos ya son conscientes de ello. "Cada vez más, los porteros son un jugador más de campo y eso requiere un buen manejo de pies. Algo que, este año, está implantando muchísimo el míster, y estamos trabajando muchísimo en ello. Así nos lo dice él mismo: los porteros del futuro van a tener que acabar jugando así. Me gusta y, cuanto antes lo aprenda, mejor para mí", comentó ayer Rico, consciente de que parte casi desde cero en la lucha por la titularidad con su compañero, un Soria que mostró igualmente, en Orlando, algunos problemas en el juego de pies.

En este Sevilla el balón irá mucho hacia atrás, y no como ese clásico gesto de cobardía en el que se grita tras un patadón "¡salimos!", sino para volver a tocar. Tampoco será cuestión únicamente de que Rico y Soria mejoren su destreza con los pies ni, sobre todo, su forma de pensar; sus compañeros deberán ayudar: dársela poco comprometida, generalmente a su pie bueno, y buscar el espacio libre después para recibirla de nuevo.

Tiene riesgos y podrán ser condenados a la desgracia eterna, pero ya los porteros del Sevilla no mirarán el partido desde lejos. Serán uno más, los primeros que inicien las acciones de ataque de un equipo de once que nunca rifará el balón. Para ellos, parar será perentorio, pero no menos que saber jugar.
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