Ya hay acuerdo con Immobile

Una 'obsesión' que es recíproca

Monchi se arma de paciencia para tratar de fichar al italiano, al que sigue desde hace años; mientras, el delantero ya no sabe qué hacer para que le dejen salir

Una 'obsesión' que es recíproca
Immobile vive aislado del grupo y hace visible su malestar para que el Dortmund acceda a venderle. - Á. Palomo / A. Torvisco
El Sevilla quiere fichar a Ciro Immobile y el italiano suspira por recalar en Nervión, hasta tal punto de que la operación lleva camino de convertirse en una obsesión. Una obsesión para Monchi, que sigue desde hace muchos años a este delantero de 25 años que le llamó la atención en la segunda italiana -cuando ascendió con el Pescara en la 11/12-, y, sobre todo, en la Serie A -con el Génova y el Torino, con el que fue ‘pichichi’ del Calcio con 23 goles en la 12/13-. Entonces, ficharle era totalmente inviable. Los de Turín pagaron ocho millones por él y le vendieron un año después por 19,5 kilos al Borussia de Dortmund. A día de hoy, sigue siendo muy difícil, pero ya no es imposible. Como viene contando ESTADIO desde hace días, el Sevilla llega hasta los 12 millones, pero en el club germano no bajan de los 15 y se mantienen inflexibles, a pesar de que cada día que pasa en el club es un suplicio para el jugador, para quien salir es una obsesión y ya no sabe qué hacer para conseguirlo.

Immobile decidió hace ya muchos meses que no seguiría en el Borussia de Dortmund. Se marchaba Klopp, el técnico que le pidió y al que no consiguió convencer, y sus 10 goles en apenas 2.000 minutos de juego eran aval suficiente para cambiar de aires. En teoría, no le iban a faltar ofertas. En enero pasado sonó con fuerza para el Milan y la prensa italiana asegura que Nápoles, Roma y Fiorentina le tienen actualmente en su agenda. Es más, hace unas semanas, el jugador se mostró orgulloso de que grandes clubes de Italia le quieran. Y, en estas, apareció con fuerza el Sevilla y el delantero creyó ver la luz al final del túnel. Con él hay entendimiento. Quiere venir. No obstante, se topó con las altas exigencias del club alemán y, muy a su pesar, tuvo que montarse en un avión hacia Japón.

Allí dejó unas reveladores imágenes, publicadas por ‘Bild’, en las que se le veía totalmente aislado, sentado en el aeropuerto a 50 metros del resto de la expedición, “muy serio, jugando todo el rato con su ‘smartphone’ y sin dirigirle la palabra a nadie”. Y, según los medios que siguen el ‘stage’, la misma actitud pasota demuestra en los entrenamientos, borrándose de un amistoso por unas misteriosas molestias y dejando tirado al club en un acto comercial. “Se quedó dormido”, dijo el director deportivo del BvB, Michael Zorc, quien le justificó y culpó “a la diferencia horaria” y al llamado ‘jet lag’.

No obstante, algunos de sus compañeros filtraron a la prensa que el punta dejó claro que no iría y les advirtió: “Yo me voy a dormir, que estoy muy cansado”. Su situación se ha convertido en una bomba a punto de explotar. En Alemania es portada en todos los medios y su futuro en el club se antoja del todo insostenible. Su entrenador, Thomas Tuchel, se mostró ayer conciliador y le envió un mensaje a través de la prensa. “Tiene las mismas oportunidades de jugar que cualquier otro, siempre que tenga ese deseo y esté listo para intentarlo”. Eso sí, tampoco escondió que hay bastante tensión: “Cuando un jugador quiere salir hay que saber lidiar con eso”. Las posturas entre clubes no son distantes, pero sí firmes. Uno no baja su demanda de 15 y el otro no sube la oferta de 12 y amenaza con otras opciones. Si ambos ceden un poco, habrá acuerdo.