CINE Y DEPORTE

El universo de Tati, un lugar para quedarse a vivir

El universo de Tati, un lugar para quedarse a vivir
- Juan Miguel J. Randado
Juan Miguel JiménezJuan Miguel Jiménez4 min lectura
"No se parece a nada ya existente en la historia del cine. Ninguna película tiene esos encuadres, esas mezclas. Es un filme proveniente de otro planeta en el que las películas se ruedan de otra forma". François Truffaut seguía en una nube tras abandonar la sala de cine. Acababa de ver 'Playtime' y no pudo reprimir el impulso de escribir una carta a su admirado Jacques Tati. Los planos generales, la arquitectura, las 'coreografías' en el restaurante... La perplejidad como tónica en cada secuencia. La filmografía del francés constituye un oasis en tiempos como los que corren. ¿Quién no querría disfrutar del ambiente festivo de Sainte-Sévère-sur-Indre o de un retiro veraniego en Saint-Nazaire? Rodeado de todos esos asombrosos personajes, a la espera de que uno de los achicharrados camareros sirviera la cena en el salón comedor.

En el cine de Tati los niños de barrio aún no habían mutado a vándalos, no eran más que gamberretes naif que silbaban para hacer chocar a los transeúntes con una farola. Los más pequeños llevaban con abnegación helados a sus hermanos o seguían fascinados los movimientos de Monsieur Hulot. Pisaban los talones a los caballitos de un tiovivo o se burlaban con inocencia de un torpe cartero que les seguía la corriente.

Más allá del éxito de 'Mi tío', cinta con la que ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, y de los hipnóticos excesos de 'Playtime', la esencia de su obra emerge con más fuerza en 'Día de fiesta' y 'Las vacaciones del Señor Hulot'. Sin diálogos ni guiones sustanciales, la cámara ejerce de testigo para brindar poesía visual. Para generar un universo en el que desear censarse.

Y con el deporte siempre presente. En su primer largo, el cartero François convierte a su bicicleta en un personaje 'per se'. Sobre todo a partir de unas endiabladas rondas de reparto "a la americana" en las que saca todo el partido del mundo al 'slapstick', ya sea junto a una valla o en medio de un pelotón que pasaba por allí.

En 'Las vacaciones del Señor Hulot', el protagonista hace valer su heterodoxo y poderoso saque para amargar el juego al resto de veraneantes que deciden practicar el tenis en la pista del complejo. También hay lugar en el filme para la equitación, la natación o el tenis de mesa. Como en 'Zafarrancho en el circo', un espectáculo de variedades en el que Tati ejerce de maestro de ceremonias y aprovecha para sacar unas risas metiéndose en la piel de un portero de fútbol, un pescador o un jinete de doma clásica.

Su biografía no escapa al deporte, con incursiones en el tenis, el mundo de los caballos o el rugby (de la mano del Racing Club de Francia). El cine no le hizo justicia y acabó en la bancarrota y semiolvidado. Por fortuna, su hija Sophie Tatischeff fundó la sociedad 'Les Films de Mon Oncle' para recomprar los derechos de su obra. Una filmografía corta, atípica, pero un regalo "de otro planeta". ¡Merci beaucoup!
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