A nadie le amarga un dulce por muy a dieta que esté. Está claro que, por nombres, a este
Betis debería llegarle para luchar por
Europa, aunque la plaga de lesiones en efectivos importantes y el hecho de albergar tantas novedades juntas (muchos jugadores, el entrenador y el estilo de juego, sobre todo) justifican que la permanencia sea el objetivo oficial. Ocurre que, a estas alturas, el colchón con la zona peligrosa se antoja más que suficiente, al tiempo que la sexta plaza está tan cerca que merece la pena plantearse retos mayores. A todos les gusta pensar en grande. Ponerse techos altos, como confesaba Guardado en su entrevista ayer con este periódico. En esos casos, argumenta el mexicano, las propias inercia y ausencia de presión te hacen a veces alcanzar hitos insospechados.
Acumulan los de
Setién dos victorias desde el debut de
Bartra, que coincidió además con un giro táctico que otorga mayor seguridad y confianza a su equipo, especialmente en fase inicial. Todo hace indicar que los verdiblancos mantendrán este domingo la defensa de tres contra el vigente campeón de
Europa, que resurgió de sus cenizas en la
Champions y que, por ende, vendrá con la moral subida al
Villamarín, si bien en
LaLiga lleva meses deambulando, con alguna excepción como la de
Mestalla. De imponerse o no a este imprevisible
Real Madrid dependerá el salto real en las aspiraciones de un
Betis que se asentaría ganando en la séptima posición, casi seguro con premio también por la marcha de los dos finalistas de
Copa.
Tras sus dos revoluciones ante
Villarreal y Deportivo, el once del técnico cántabro es una quimera, aunque lo lógico es que mantenga arriba a
Loren, que solucionó ambas citas con tres goles.
Barragán y Durmisi aspiran a recuperar los costados;
Tello por Boudebouz y Javi García por Amat, cambios posibles.