Caparrós subió un primer escalón de altura considerable al encontrarse con un equipo estéril a domicilio y obrar una reacción inmediata con un triunfo determinante en Cornellá ante el Espanyol.
Lejos de tratarse de la efervescencia propia de un cambio de entrenador, el utrerano volvió a imponerse fuera, en esta ocasión contra el Valladolid en una cita en la que el Sevilla mostró suma competitividad y carácter ganador. Es obvio que Joaquín tiene la fórmula.
Ha logrado que el equipo se desprenda de los complejos lejos de casa y que juegue más suelto, síntomas que ahora debe confirmar en una salida con la Champions en liza. El Coliseum exigirá que el Sevilla de Caparrós muestre su versión más sólida y que el efecto fuera del técnico se confirme a lo grande.
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