La inquietante irregularidad del juego del
Betis debe, inexorablemente, pasar a un segundo plano cuando el equipo es cada jornada más líder y parece tenerle comida la moral a unos rivales cada día menos directos. Además, el cuadro verdiblanco aprovecha el impulso y la fortaleza que emana del hambre que demuestra
Dani Ceballos, un as de sólo 18 años con el que
Mel ha completado un póquer que invita a apostar todo por el ascenso.
El madrileño ya se ha dado cuenta de que la grada exige que jueguen siempre los mejores y que los resultados avalan que no es un capricho. Llegados a este punto, no hay nada que dosificar o reservar; no cabe otra que poner todas las fichas sobre la mesa. Es decir, que volver a sentar al utrerano sería tan osado como prescindir del trío
Adán-Molina-Rubén Castro; pues entre los cuatro conforman una intocable columna vertebral.
El portero mejoreño es el as de mediocampo hacia atrás. Incontables son los puntos que han salvado sus paradones y, aunque ante
Osasuna no se vio obligado a intervenir en demasía, se trata del
Zamora de
Segunda, con sólo 27 tantos encajados en 32 jornadas. Ha dejado su portería a cero en seis de las últimas ocho jornadas y, en total, en 16 de las 32. Es decir, termina imbatido uno de cada dos partidos. Una aportación fundamental.
Ríos de tinta han corrido ya con cantares de las gestas de los ases del ataque:
Rubén y
Molina. El
Pichichi, con 20 goles, y el máximo artillero de 2015, con 11; la mejor dupla de la historia del club y que este curso suma el 63 por ciento de las 49 dianas del equipo. Si a ellos se suma
Ceballos, el joven de moda en
España, y al póquer se unen cartas altas como
Portillo, N'Diaye o Rennella, no cabe otra que apostar hasta el último euro.