Nefasta primera mitad verdiblanca, que ni defendió bien, ni controló el centro, ni generó arriba. Todo eso, en un partido que apenas se jugaba en diez metros de campo, con un Getafe extremadamente pegajoso y que se replegaba a las mil maravillas con dos líneas de cuatro.
Un fútbol azulón en el que cayó el
Betis, que, pese a intentar ser más profundo que su rival, acabó contagiándose de su ritmo, lo que le convertía en un equipo mucho más previsible y que se empeñaba en entrar por el centro, sin fortuna ante el entramado creado por
Pepe Bordalás, que generalmente presionaba en la zona ancha con dos futbolistas por hombre.
Así, mientras que abrir a las bandas se antojaba la solución verdiblanca, llegaron los dos goles getafenses, intentándolo los de
Setién por la derecha, mientras que la izquierda, con
Tosca doblando, estuvo prácticamente infrautilizada. Más de lo mismo durante el inicio de la segunda mitad, de ahí que a la hora de partido Setién fuera a por todas, pensando que ya era lo mismo perder por dos que por tres o por cuatro.
Y por ello, le dio entrada a
Boudebouz y
Sanabria, por
Tosca y
Camarasa, mandando a
Guardado al lateral izquierdo y configurando una punta de lanza con dos arietes (Sanabria y Sergio León) por vez primera en esta temporada; un 4-1-3-2 que tuvo su efecto, consiguiendo el paraguayo ver portería en el primer tiro verdiblanco entre los tres palos y metiendo al
Betis en el partido.
Un
Betis que aguantó como pudo los espacios dejados y que consiguió igualar gracias a un lanzamiento lejano de
Boudebouz. Se la jugó Setién, y le salió cara.