En encuentros de esta índole, ante rivales de categoría inferior, la motivación no brota por sí misma y afecta considerablemente a la intensidad, inmensamente superior en el otro equipo por lo que supone esta ocasión histórica única.
El principal acicate reside en la oportunidad que se le ofrece a los futbolistas menos habituales para reivindicarse y ayer, en Villanueva, les llegó a los once efectivos, incluyendo el debut de dos canteranos, si bien la fórmula no surtió efecto. Cambió por completo el equipo pero no el sistema, con un eje defensivo en el que sólo
Gnagnon se hallaba en su posición natural, y
Roque como pivote por detrás de
Borja Lasso y Nolito.
El
Sevilla trató de hacer lo de siempre y saltó con cierto ritmo, jugando en campo del
Villanovense y conectando con
Muriel y Promes, activos en el desmarque. Sin embargo, pronto empezó a acusar la ausencia de
Banega y Franco Vázquez y hallar problemas para superar la primera línea de los extremeños. Con
Roque muy tapado y Borja Lasso sin ritmo, la ausencia de apoyos y de líneas de pase forzaron que
Gnagnon o Amadou abusaran del balón largo. Sin fluidez en un césped casi impracticable, las llegadas se redujeron a acciones aisladas y los locales se fueron animando al tiempo que se percibieron deficiencias en las transiciones nervionenses, hasta el punto de que el
Villanovense se acomodó y mandó en buena parte de la segunda parte.
Reflejo de que la 'Cara B' no funcionó,
reforzando la petición de fichar en enero de Machín, que, pleno de razón en su demanda, no envió al rescate a ningún de los titulares pese a la incapacidad de los suyos para marcarle a un
Segunda B.