Se debatía en la previa si
el favorito para la cita era
un Sevilla FC que llegaba muy fuerte, pero
el Real Madrid siempre lo es... cuando quiere.
Los nervionenses tuvieron la mala suerte de enfrentarse a los blancos tras haber sido éstos
vapuleados en la Liga de Campeones por el PSG, porque los futbolistas 'top' saben sacar su versión en las grandes citas y en Nervión, donde se les ponía últimamente la cara colorada y de donde ponían salir líderes,
sabían que debían ponerse el mono de trabajo.
Ha sido, de hecho,
el partido más disciplinado tácticamente y generoso en el esfuerzo de los hombres de Zidane en meses. Orden, ayudas, presión alta, choques... Y, en ese contexto, cuando las fuerzas se igualan tanto,
suele decidir el talento.
En el Madrid,
el que está decidiendo todo últimamente es Karim Benzema, quien marcó
justo cuando los blanquirrojos jugaban mejor, con la entrada de
Óliver Torres.
Lopetegui metió
al 'Mudo' de inicio junto a Ocampos, ambos a pierna cambiada, para
tratar de explotar la espalda de los interiores blancos (Kroos y James), de poco retorno, pero no esperaba el vasco encontrarse con un Madrid tan solidario y compacto.
Resulta complicado defender a
De Jong, sin duda, pese a que
realiza un trabajo brutal por el aire y la resta, cuando no marca goles, pero la realidad es que no 'moja' porque
apenas le ponen de gol.
Un delantero de su perfil, tan de área, necesita que los compañeros lleguen
hasta la línea de fondo y realicen centros laterales, pero Julen Lopetegui, extrañamente,
dejó la velocidad de Munir, Rony o Bryan en la grada y es innegable que al equipo
le falta claridad en los últimos metros, también para atacar por dentro.
El golpe de realidad le viene bien al Sevilla, al que Lopetegui deberá dar una pequeña vuelta para su visita a Eibar.