Decía Poyet de forma reiterada que para el Betis era más complicado jugar en casa por la presión a la que sus jugadores estaban sometidos por la grada. Ayer, como en los dos partidos previos de Víctor en el banquillo local, esa grada empujó con su ánimo al conjunto verdiblanco y fue clave para que sacara un punto adelante. Su equipo respondió con actitud y un despliegue físico que, si no llega a ser por los errores atrás, le debería haber valido para ganar. Una imagen que augura su crecimiento más pronto que tarde.
El técnico madrileño sabía desde antes de sustituir al uruguayo cómo puede apretar el Benito Villamarín. En su presentación elogió a la afición y cada vez que comparece les recuerda lo importantes que son. De la comunión entre ellos y el equipo han llegado los mayores éxitos del club. Que nada ni nadie os ‘separe’.
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