A Sampaoli se le puede achacar muchas cosas. Aunque se vaya, aunque se confirme la traición al Sevilla, aunque su abogado negocie en su nombre su llegada a la Albiceleste... nadie podrá negarle que su implicación con el club de Nervión, al menos hasta ahora, es total y que él intenta por todos los medios que toda la rumorología que le rodea no repercuta en el día a día del Sevilla. Aunque siendo Argentina la que está por medio eso es una misión casi imposible.
El equipo de Nervión, aunque difícil, tiene un mes por delante para decidir si el próximo año juega la máxima competición continental o si debe sufrir en verano en una ronda previa que suele dejar en el camino a víctimas gloriosas. Eso sin valorar que aún no está certificada la cuarta posición, aunque de ganar mañana al Granada, virtualmente la habrá logrado. Sampaoli quiere irse -si es que finalmente es así- dejando su nombre muy alto. Déjenle trabajar.
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