Por fin, todo apunta a que el culebrón acabará y Jesús Navas volverá a casa. Cada parte defiende lo suyo. Pero cuestiones económicas al margen, de lo que no hay duda es de que el Sevilla suma otro baluarte a su nuevo y ambicioso proyecto. Porque con 31 años, al palaciego le queda cuerda para rato. Su físico es sencillamente espectacular.
Y su fútbol es por todos conocido: velocidad y desborde para percutir una y otra vez por la banda derecha del Pizjuán, de la que fue amo y señor, con Alves como aliado, durante varias temporadas. Un soplo de aire fresco; una chispa cuando los partidos se atascan; un recurso de quilates. Rendimiento inmediato e implicación. Porque a sus cualidades sobre la hierba hay que sumar su sevillismo. Todo ello, regado por la madurez que ha adquirido en tierras inglesas. Un fichaje de campanillas.
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