Un Barça sin ritmo, sin ideas y con algunos jugadores con la mente y la frescura aún en Rusia (como un Luis Suárez que parecía ex futbolista), ganó con lo justo a un Sevilla infinitamente más intenso, ordenado y serio que el que se encontró en la final de Copa. Tampoco era, para ser justos, el mismo el conjunto de Valverde, si bien se debe reseñar que los nervionenses desperdiciaron una gran oportunidad no ya de sumar un nuevo título a sus vitrinas, sino de que el crédito que, sin duda, ganan los de Machín para cerrar su pase a la última ronda previa de la UEL y afrontar el arranque liguero se multiplicara, como la ilusión de sus aficionados. La cruceta y Ter Stegen, que enmendó su error en el penalti, acabaron con las esperanzas blanquirrojas.
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