Basta escucharle en sus comparecencias públicas o leerle en las entrevistas que está concediendo para detectar que Rubi, al contrario de lo que pasó con Quique Setién, se esfuerza por empatizar con el sentimiento de los aficionados del club al que entrena, el Real Betis Balompié.
Hasta José Miguel López Catalán ha asegurado esta semana que Rubi "no tiene ese nivel de cabezonería" que caracterizaba a Setién.
El de Vilasar de Mar es mucho más flexible y reconoce que está adaptando su idea inicial al plantel que tiene y a las características de sus futbolistas.
Ya ante el Leganés se vio la mano de un entrenador que tiene muy claro cuál es su función principal: sacar el máximo rendimiento a cada jugador, exprimir todas sus virtudes y tapar sus posibles defectos.
Después, jugar lo mejor posible, no arriesgar atrás y, sobre todo, ganar partidos.