Jesús Navas vive una eterna juventud. Los años sí pasan en balde para él y, al contrario de lo habitual, corren a favor de un Sevilla que está disfrutando de la madurez majestuosa de un futbolista sencillamente irrepetible en Nervión.
Ha cumplido 34 años, pero en su caso no importa en absoluto, porque ahora recorre más kilómetros si cabe que antes y con la intensidad de cuando debutó con sólo 18.
Es igual de humilde, de trabajador, de comprometido por sus colores, de querido en el vestuario por su cercanía y humanidad. Sólo ha cambiado en una cosa, la que le aporta la experiencia adquirida por los años y por su capacidad para superarse y aprender.
Obviamente, el de hoy es un Navas más maduro, que ha sabido adaptarse a una nueva posición para rentabilizar más si cabe sus cualidades y que luce el brazalete de capitán con orgullo y suma resposabilidad.
Con Navas no se percibe un techo, ni una fecha de caducidad, porque no se ha apreciado en él ningún menoscabo físico por la edad, más bien al contrario, y es obvio que hay 'Duende' para rato.
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