Se le atribuye a Jorge Valdano eso de que
el fútbol "es lo más importante de lo menos importante", pero el COVID-19 ha aparecido de súbito como rival para recordarnos que no hay
nada realmente sustancial más allá de la salud.
Era inimaginable pensar en una dual y cainita Sevilla
sin Semana Santa, Feria o fútbol, ni sin bares donde se hablase de Semana Santa, Feria o fútbol, hasta el punto de que incluso su alcalde se negaba a aceptarlo cuando del coronavirus sólo tenían noticias en la -hasta entonces- lejana China.
En virus viajó en primera clase hasta Europa y
se plantó en Mestalla para dejar claro que ni la Liga de Campeones iba a poder con él. Así, fueron cayendo la Europa League y los campeonatos domésticos, con un derbi que vuelve a ganar enteros para disputarse, cuando el maldito COVID-19 caiga derrotado,
a puerta cerrada. Y será así, seguramente, debido a que por desgracia en este mundo
el dinero nunca ha dejado algo
tremendamente importante entre las cosas más importantes, aunque un
Sevilla FC-Real Betis en un Sánchez-Pizjuán vacío no sea, ni de lejos, lo mismo. Porque, como decía Eduardo Galeano,
"jugar sin hinchada es como bailar sin música".
A día de hoy, el deporte se ha quedado para el salón, para el suelo más que para la televisión, mientras que
los aplausos han pasado de las gradas a las ventanas de casas, desde donde se atisba una Sevilla vacía que ha dejado de ser cainita para luchar junta en el mismo equipo y recuperar lo antes posible, también con su fútbol, el alma.