Bendito problema ese de tener que elegir entre varias buenas opciones. Todos los entrenadores del mundo lo quisieran para sí. Y a
Emery se le ha presentado uno de ellos.
Deulofeu llama con fuerzas a las puertas de esa titularidad que muchos le otorgaban casi por decreto pero que se le resiste, merced al hambre voraz del incansable
Aleix Vidal. Dos variantes tan diferentes como válidas que el técnico vasco tendrá que saber alternar en busca del bien común.
La desafortunada lesión de
Vitolo, que estará entre tres y cuatro semanas de baja, ha aplazado el debate, pero no tardará en volver. Ahora ambos deben hacer méritos. O más bien, seguir haciéndolos. Porque si Aleix ha sido uno de los sevillistas más destacados en el inicio de curso, con dos tantos y una asistencia, Gerard ha aprovechado sus contadas oportunidades para confirmarse como un elemento decisivo, con cinco pases de gol y una diana. Números que ciertamente convierten en complicada la elección.
Unai ya sabe que en el ex del
Almería tiene a ese disciplinado soldado, como él mismo se ha definido, que ejecuta las órdenes de manera estricta. Un batallador incansable que interpreta con férrea disciplina su fútbol agresivo y de presión. Para el recuerdo, su inconmensurable despliegue en El Arcángel, donde tan pronto evitaba un gol del rival como le regalaba otro a Bacca.
Con el canterano azulgrana, por su parte, la grada disfruta de ese sibarita de gustos refinados al que
Luis Enrique desterró por su falta de compromiso defensivo, pero que con la pelota en los pies inventa cosas que ya merecen pagar una entrada. Regate, velocidad, golpeo de balón, visión de juego... Lo tiene todo para triunfar.
Diferentes virtudes pero igualmente aprovechables. Bendito problema.