Cuando eres cuestionado, cuando eres objeto de críticas y te sientes fuera de lugar, tienes dos opciones: reaccionar, ponerte las pilas y callar las bocas de aquellos que se cebaron contigo; o bien hundirte y dar la razón a tus detractores. Estas
dos alternativas bien se pueden trasladar a dos jugadores de la plantilla del
Sevilla, con dos carreras casi calcadas, incluso son amigos, pero cada uno ha tomado un camino distinto.
Evidentemente, el más fácil es el segundo, pero la persona verdaderamente con amor propio y con orgullo elegiría el camino más duro y complicado. Ese en el que te encuentras muchos obstáculos y, a la mínima, vuelven a salir esos que esperan que falles una vez más para acusarte y lanzarse sobre ti. Lo simple sería hacer la maleta, coger la puerta y despedirse a la francesa, y parece que es el camino elegido por
Diego Perotti.Los problemas del argentino vienen de lejos. Las lesiones no han ayudado, pero eso es parte de la vida de un futbolista, que tiene que aprender a vivir con ello. No es feliz en
Sevilla porque no juega pero en lugar de correr, se queja. Mejor buscar una salida, algo totalmente respetable. Sin embargo, en el otro extremo de la ecuación aparece un
Federico Fazio que en cada partido se hace más grande al compás del equipo.
No comenzó bien la temporada para el central, con lesiones y mucha competencia en su lugar. Tuvo incluso la ocasión de salir del
Sevilla hace un año pero dijo ‘no’, y en verano renovó.
Fazio tomó el camino menos fácil y ha luchado por un puesto, ha convencido a
Emery y ha callado, con grandes actuaciones, a sus críticos. Sin embargo,
Diego Perotti se irá pudiendo haber sido el grandísimo futbolista que nunca quiso ser.
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