Puede que a
Setién no le guste esta idea, pero estamos ante un 'nuevo'
Betis. Esta versión del conjunto heliopolitano, que ha sumado cuatro triunfos consecutivos (
Olympiacos,
Real Sociedad,
Racing y
Rayo), no destaca por su brillante juego o por su trato con el balón. Antes al contrario, los verdiblancos han demostrado que no necesitan tener tanto la pelota para sacar los encuentros adelante.
De hecho, ayer el
Rayo controló claramente el cuero la primera media hora, comprometió a
Carvalho y
Lo Celso, que no encontraban la forma de conectar con
Canales, y, con la velocidad de sus extremos (
Embarba y
Álvaro García) y la movilidad de su mediapunta (
Pozo), hicieron mucho daño al
Betis, que reaccionó en los últimos 15 minutos, coincidiendo con la aparición del santanderino. Con
Canales, el Betis encontró la velocidad en las transiciones que no tenía, se hizo con el control de la pelota y tuvo las mejores ocasiones antes del descanso.
En la reanudación, se repetía la historia de la primera mitad con un
Betis incapaz de imponer su autoridad con el balón y un
Rayo muy animoso pero que siempre elegía mal en el último momento, al que le penalizó (justamente) la decisión del
VAR por la patada de
Jordi Amat sobre
Loren Morón. Tras el penalti, el
Betis mostró su versión más funcional. De hecho, el cambio de
Loren por Joaquín para dar más control en el centro del campo y la salida de
Javi García en la recta final, justo después del gol de Sidnei, demuestran ese ligero viraje al conservadurismo de un
Betis que brilla menos pero gana más.