Velázquez, sin margen de error

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Velázquez, sin margen de error
Se ha puesto el punto de mira en el técnico del Betis. Su crédito, si alguna vez lo tuvo más allá de la planta noble, se ha agotado. Su discurso y el pobre fútbol que ofrece su Betis siguen sin conectar con la grada, que ya el domingo pidió su dimisión.


No se espera un desenlace inminente, pero el envenenado partido copero de hoy se presenta como una gran amenaza. O el Betis pasa ante el Lugo, aunque vuelva a jugar mal, o una hipotética eliminación podría abrir una brecha insalvable entre los aficionados y el técnico.


A Velázquez ya sólo le salvan los resultados. Siempre ha funcionado así, pero ahora más aún porque el margen de errores, estando fuera de los puestos de ascenso, se ha estrechado, no existe para ser exactos. Hay quien puede considerar válidos los empates sin goles ante Valladolid y Las Palmas, pero la forma de obtenerlos, sin tirar ni una sola vez a puerta, recibe una crítica unánime, al menos, cuando se habla del partido jugado en el Benito Villamarín.


En Valladolid los béticos no quieren fútbol, quieren ganar, tres puntos y seguir sumando. Arropas al mejor portero de la categoría, defiendes sin escrúpulos y esperas a que el mejor delantero de Segunda lleve la pelotita a la red en el primer balón aislado que merodee el área rival.


En el Benito Villamarín la foto es diferente. En su estadio, ante su gente, el Betis tiene que avasallar a su rival, jugarle con dos puntas, presionarle en su campo, crearle varias ocasiones claras de gol, tener más y mejor posesión, mostrar una actitud más agresiva, ganar los uno contra uno en casi todas las acciones, dar más de cuatro toques seguidos... Si con eso empatas, ovación garantizada. Todo lo demás son palabras vacías que en nada reflejan lo que se ve en el campo.
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