Decisiones para la crisis del Sevilla

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Decisiones para la crisis del Sevilla
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdornaED)
Se van a tomar decisiones, dijo Pepe Castro después de la bochornosa ‘manita’ encajada en la final de Copa. Quizás lo dijo con doce horas de retraso, pero siempre es mejor esperar a que se enfríe el corazón para evitar un engaño a la cabeza y llevar unas erróneas palabras a la boca con las que agravar el problema en vez de solucionarlo. Castro se reunió con Montella antes de que el técnico se marchara de descanso dos días a Italia tras el espantoso ridículo en el Wanda.

Cualquier individuo comprometido habría anulado algún atisbo de fiesta tras la vergonzosa final. Hubo quien, como NZonzi, no lo hizo. Se fue de cachimbas con sus amigos y familiares. Y por NZonzi debería empezar, incluso antes que por Montella, la toma de decisiones. NZonzi no puede irse de rositas porque es reincidente y un mal ejemplo para el resto que hay que cortar de forma radical. Ya le ganó el pulso al club que le costó el puesto a Berizzo y conviene aplicarle el Reglamento de Régimen Interno y la correspondiente sanción que imponga en estos casos. Eso sí, procurando que siga jugando y que esté implicado porque es uno de los mejores futbolistas del plantel y su aportación puede ser determinante a la hora de buscar la clasificación para Europa.



La segunda decisión debería ser despedir a Montella. Con él al frente el Sevilla podría no ganar ni uno de los cinco partidos que quedan (Levante, Real Sociedad, Madrid, Betis y Alavés), entre ellos el derbi, que llega con la ‘manita’ encajada en Nervión en el recuerdo. A Montella le ha fallado su plan. Ha exprimido a doce o trece jugadores; ha desenchufado a la otra mitad del plantel devaluando gran parte del patrimonio del club. Además, no lee bien los partidos, siempre hace los mismos cambios y no enriquece tácticamente al equipo. También empieza a ser cuestionada la preparación física.

El relevo debería ser un hombre que conozca la casa, que tenga experiencia en España y que sea capaz de sacar el carácter competitivo a la plantilla. Ya se negociaba con Joaquín Caparrós para que ocupara un cargo en el club y todas las circunstancias le convierten en el relevo idóneo para esta situación de emergencia. Seguramente Caparrós calmaría los ánimos de los sevillistas y lograría la unión que ahora se echa en falta.

En cuanto a Óscar Arias resulta evidente que la planificación ha tenido carencias, que al equipo le falta gol, carece de liderazgo y, sobre todo, no tiene músculo en el centro del campo. Aún así, su labor tendrá veredicto cuando acabe una campaña aceptable, si se logra Europa, o de ‘fin de ciclo’ si no se sigue viajando por el viejo continente.
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