Después de más de cinco horas de reunión,
Castro y su consejo tomaron tres tibias decisiones que difícilmente van a servir para generar una reacción en el
Sevilla con la que intentar amarrar una plaza europea para salvar la temporada. La tensión acumulada y el enfado de los aficionados le cuesta el cargo a
Óscar Arias. Se anuncia el cantado adiós del director deportivo que, sin embargo, seguirá hasta que concluya
LaLiga sin tomar decisiones en la planificación de la próxima campaña.
Montella, en cambio, continúa "por unanimidad", aunque el apoyo al técnico es más ficticio que real. Es posible que le 'corten la cabeza' si ante el
Levante no hay reacción y muy probablemente no continuará al frente del
Sevilla el próximo año. A
Montella le ven con fuerzas, pese a que fue incapaz de motivar al equipo en una final y pese a que tiene a medio plantel desconectado y devaluado.
Por último, a
Nzonzi se le abre expediente. La postura más inteligente para intentar que se implique en los cinco partidos que quedan. La sanción llegará, probablemente, cuando esté todo finiquitado. Otra vez gana
Nzonzi y, en esta ocasión, también sus compañeros.
Castro y su consejo se ponen en manos de los jugadores, peligrosa decisión -tal vez válida a corto plazo-. Ellos han conseguido que siga
Montella y en ellos cae la responsabilidad de evitar un rotundo fracaso.